En el Perú se viene hablando de librar la “guerra (o debate) cultural”. Si bien estas discusiones se originaron en los sectores sociales que tenemos una profunda preocupación por la reinterpretación de los derechos humanos y las libertades personales para ir en detrimento de la dignidad de la persona humana, es necesario que todos los sectores políticos que defienden la democracia y la convivencia plural la internalicen para que puedan participar de forma útil y transcendente en ella.
Si bien la introducción del término en el medio peruano se da desde el debate en torno a los derechos humanos, esto es solo es la punta del iceberg. La polémica cultural se está produciendo por el cuestionamiento de la centralidad de la persona humana y su dignidad, sí, pero también por sus consecuencias: la configuración del orden social, político y económico basado en la libertad y la responsabilidad. Por ello, cabe internalizar que estamos frente a dos modelos de convivencia en conflicto: o proponemos y defendemos el modelo occidental basado en el humanismo integral y trascendente, con las particularidades propias de la aculturación, o se impone la propuesta totalitaria cimentada en el relativismo y la reinvención del marxismo.
Es en este escenario, de los últimos veinte años, que el centro derecha y la derecha que existían en nuestro país han caído en una monolítica pretensión economicista y mercantilista por la que eligieron no tener voz propia en debates fundamentales si es que “no se tocaba el modelo”. La defensa de nuestra identidad mestiza e hispanoamericana desapareció frente al indigenismo y el conflicto cultural; la condena sin titubeos del terrorismo marxista y la defensa de la heroica labor de nuestras Fuerzas Armadas cedió ante la “memoria histórica” y la “reconciliación”; el principio de que los derechos, deberes y libertades se fundamentan en la naturaleza de la persona humana y su dignidad fue dejado de lado frente al relativismo , el emotivismo y lo políticamente correcto; o la permanente propuesta de la subsidiariedad como principio del orden social (más allá de lo económico) se dejó de lado tanto ante el estatismo asfixiante como del deformado individualismo liberal; entre otros.
Siendo esto así, el último resultado electoral y la configuración de nuestra actualidad política se entiende por ese ensordecedor silencio que por años recibió la izquierda y el progresismo ante la avanzada de premisas que impuso a la ciudadanía para hacerle creer que solo hay un lado “correcto de la historia” y que cualquier disidencia a ese conjunto de pretensiones ideológicas, que se vendían como parte de un pretendido consenso democrático, se corresponden con posiciones etiquetadas como totalitarias, fascistoides y que merecen censura cultural y social.
Disputar y ganar posiciones en el espacio cultural, es decir legitimar como válidas determinadas premisas en el imaginario social, en los ciudadanos, supondrá construir progresivamente mayorías sociales que se traducirán en el tiempo en la posibilidad de hegemonía política y, por supuesto, de victoria electoral. Nuestra organización tiene como objetivo contribuir a ello desde la producción intelectual, la investigación social y política, la formación ciudadana y en la promoción y divulgación de nuestros principios e ideas por medios como el presente portal.
Esta página web sirve como una plataforma institucional, pero también tendrá una sección que se renovará periódicamente para tener la opinión de intelectuales, profesionales y líderes nacionales y extranjeros en torno a los diversos temas que se encuentran en debate y polémica cultural. En nuestra primera entrega, tenemos un artículo de la internacionalista y educadora Lucía Ocaña (aquí) sobre la batalla cultural en el Perú de hoy en el que expone una alternativa y propuesta de cómo enfrentarla ciudadana y políticamente. Luego contamos con la contribución de Santiago Santurio (aquí), presidente del partido Ciudadanos de Argentina, sobre la necesidad de constituir una derecha popular para participar activamente en el debate cultural. Finalmente, como antesala al tema de la próxima entrega, el académico y profesor universitario Juan Tello (aquí) nos advierte sobre un riesgo que planea sobre el país en el marco de este debate, la implosión de la democracia constitucional.
Los tres artículos y los que están por venir ofrecen insumos muy diversos para la reflexión ciudadana y la participación en las sinergias sociales y políticas que definirán el futuro de nuestro país desde la búsqueda de la transformación en una sociedad libre, justa, responsable y solidaria. Gracias por su visita y lectura.
Libertad, justicia, responsabilidad y solidaridad 