Editorial: 8M y 25M: Mujer, género y derecho a la vida

Tras algún tiempo sin publicaciones, por diversas complicaciones derivadas por la pandemia, retomamos este mes para abordar 2 temáticas de vital importancia: el debate público en torno a la mujer y el género, así como el derecho a la vida.

Exponemos una serie de reflexiones, en el marco del 8M y del 25M, para rescatar un principio fundante y ordenador de la sociedad y la política: la dignidad de la persona humana que nos impulsa a trabajar por garantizar su centralidad y plena realización desde la concepción hasta la muerte natural.

Por ello, podrán leer en esta entrega artículos comprometidos, al igual que nuestro ideario institucional, con la defensa del derecho a la vida y con la igualdad, la complementariedad y las responsabilidades compartidas entre mujeres y varones para construir una sociedad más libre, justa, solidaria y responsable.

Frente a la cultura del descarte de los vulnerables, como el niño por nacer, y a la manipulación de los justos reclamos de las mujeres para imponer una ideología basada en su desnaturalización biológica y el conflicto por el acceso al poder con el varón, reivindicamos la salvaguarda de la dignidad de todas las personas en cualquier circunstancia.

El centro derecha y la derecha deben, a juicio del editor, comprender que abordar el debate en torno a la mujer no puede partir desde una posición de negación y/o antipatía. Hablar de la necesidad de establecer una agenda pública de trabajo favorable a sus preocupaciones (frente a problemas reales) no significa una claudicación frente al progresismo o la izquierda, sino tener la capacidad de diagnosticar problemas sociales y proponer soluciones viables considerando la demanda nacional de una alternativa cultural, social y política fundamentada en un humanismo integral y trascendente. Es ir más allá de la también necesaria identificación y denuncia de creaciones ideológicas.

De la misma manera, la defensa del derecho a la vida no puede ser un tema marginal en un programa de regeneración nacional. Pero la causa debe alimentarse, en paralelo a manifestaciones contrarias al aborto, con acciones asistenciales a favor de mujeres que enfrentan, por diversas circunstancias, la dramática disyuntiva del aborto. Cuando salvamos a un niño por nacer de ser víctima de un aborto, también protegemos a la mujer y esto requiere de una vocación por emprender labores testimoniales, muchas veces discretas y anónimas, para construir una cultura de defensa de la vida apelando a todos los sectores ciudadanos sin exclusión, transversalmente.

Tanto para la defensa de la mujer como del niño por nacer requerimos diálogo y debate alejado de la pancartas altisonantes o estruendos panfletarios. Los posicionamientos ideológicos son una receta de fracaso seguro: los que defienden la ideología de género como mecanismo de ayuda a la mujer parten de presupuestos erróneos y falsos de la naturaleza humana, por lo que generan una creciente distancia entre la realidad diaria de las mujeres y lo que la aproximación ideológica les reclama. De ahí que el identitarismo, colectivismo y tribalismo en función del sexo deriva en una innecesaria polarización que solo conlleva a un mayor fraccionamiento de las comunidades y ayudan en poco o nada a resolver problemas públicos como la mortalidad materna, la trata de personas, los matrimonios forzosos, la violencia familiar, la falta de acceso a servicios públicos, entre otros.

De la misma forma, quienes rechazan la ideología de género y defienden el derecho a vivir desde una posición de trinchera pueden estar olvidando que las grandes causas demandan mucha virtud y que la permanente preocupación por controlar las estructuras de poder, con una visión de amigo – enemigo con quienes piensan diferente (e incluso de manera diametralmente contraria), desdibuja la causa y dejan de atender la necesidad de iniciar sinergias y diálogos sociales para recomponer una nueva mayoría cultural que sostenga y legitime un cambio político contracultural para proteger el derecho a vivir.

En esta entrega de textos han contribuido académicos y profesionales que abordan estas reflexiones y debates. Tenemos el texto de la doctora Teresa Pueyo – Toquero sobre maternidad, el trabajo profesional y la identidad de la mujer que nos ilustra en que, probablemente, la real liberación de la mujer no reside en su empoderamiento laboral, sino en la internalización del valor de la maternidad.

Por su parte, la doctora Marta Rodríguez nos ofrece, desde la antropología cristiana, una visión alternativa del género, pudiendo distinguirse la teoría de la ideología: la primera estudia la interpretación cultural del sexo frente a la reducción y deformación de la realidad que impulsa la segunda. Por tanto, el sexo y el género bien entendido podrían enriquecer la antropología de la sexualidad, reconocimiento la cultura, la psique y la libertad en la formación de la identidad de la persona.

En tercer lugar, la profesora Gloria Huarcaya reflexiona sobre la necesidad de fomentar el cuidado desde las políticas laborales: el trabajo de cuidar a personas vulnerables y las labores de servicio no tienen una retribución material elevada o un alto prestigio social, pero es momento de que se diseñen políticas públicas que posibiliten a varones y mujeres a realizarlas para responder a los retos de la vida familiar valorando el impacto individual y colectivo de fomentar sólidos vínculos familiares.

Finalmente, el abogado Sebastián Schuff nos expone las amenazas actuales a la salvaguarda del derecho a la vida que se presentan en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Las organizaciones que promueven el aborto han encontrado en la combinación de la litigación estratégica, el activismo judicial y la fabricación de “juicios de alto impacto”, la receta para lograr por medio de supuestos precedentes internacionales vinculantes lo que no pueden aprobar en los mecanismos democráticos parlamentarios de cada país.

Desde CREO Perú esperamos que disfruten de esta entrega de textos y contribuyan con su difusión.

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